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sábado, 27 de marzo de 2010

Eva

Cuando contemplo aquellas figuras que descansan en piedra, aquellas rojizas, inmóviles y casi pávidas escondidas figuras que con su mirada escrutan por encima de los siglos, a través de ellos, como mantequilla al sol bajo nuestro dedo, no puedo evitar dudar. Ante ellas abdicó Fernando VII en Bayona, Inglaterra colonizó China, se hizo un motín por té, se independizo un país por algodón... sin poder apretar los parpados vieron los frutos del proyecto Manhattan, Hiroshima... ¿Cómo pudieron ellos?, decía Galeano, aquellos que a manos desnudas doblegaban a las mas perdidas fieras del bestiario, ellos que iniciarían el proyecto Manhattan... ¿Cómo pudieron ellos pintar tan gráciles figuras, alumbrar estas deidades carmesís? ¿Cómo pudieron ellos?, ¿o fueron ellas...?
Hubo una Eva, una que no calló del paraíso terrenal traicionada por el hombre, que no nació de su costilla pero se las partió defendiéndole, una que con su suntuoso pecho amamanta el recuerdo genético de todos y cada uno de los habitantes de la actual población, una que no era blanca. A aquellos que reniegan de su hermandad humana, que olvidan cual es el verdadero espíritu que gobierna la naturaleza que no de pánico sino de arrullo, que no de hostilidad sino de pasmosa inocencia. A quienes pierden aquella descendencia primigenia que a todos nos une, que no es recuerdo, no es una fuerza espiritual superior, no es Dios, es una mujer. A todos ellos les digo que madre sólo hay una.

1 comentarios:

Un Residuo dijo...

si en verdad, cuantas barbaridades se han cometido en nombre de falsas madres. Sobre todo en nombre de la "madre" patria. Que curioso que llamemos madre a un ente que no acoge en su seno y no en otro por puro azar.

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